El Recreo de las Cadenas
El visitante accede al Recreo de las Cadenas a través de la puerta principal: una portada semicircular flanqueada por dos pequeños pabellones y adornada con las cadenas que dan nombre a la propiedad. Traspasada esta cancela de hierro forjado, el visitante contempla desde que llega a la Real Escuela los hermosos jardines caracterizados por su gran variedad de plantas exóticas. Llama particularmente la atención la gran fuente que adorna el centro de los jardines y que con sus juegos de agua invita al visitante a adentrarse en el interior de la Real Escuela.
Vamos caminando y encontramos justo delante de nosotros un edificio proyectado al más puro estilo andaluz, llamado Picadero, que combina los colores del albero y el blanco puro de las casas andaluzas. Con una capacidad para unas 1.600 personas, su acceso e interior no presenta dificultades ni barreras arquitectónicas. Es el lugar idóneo para poder ver el entrenamiento diario de nuestros caballos con sus jinetes. Por otro lado, el visitante puede conocer el resto de las instalaciones de forma guiada. Nuestro personal de visitas les atenderá en diferentes idiomas cada media hora, desde las 10.30 hasta las 12.30 horas, explicándoles la historia de la Real Escuela, sus orígenes, funcionamiento, la formación así como otras muchas curiosidades que encierra el mundo del caballo.
La visita guiada empieza justo enfrente del Palacio, bello ejemplo de la arquitectura del siglo XIX, proyectado por Charles Garnier (arquitecto de la Ópera de Paris y del Casino de Montecarlo, entre otros). Desde este punto nos iremos introduciendo en el marco del siglo XIX a través de la historia de la familia Pemartín, primeros propietarios del Recreo de las Cadenas.
A continuación, el turista puede admirar el lugar donde se reparan y elaboran nuestros arneses. Este laborioso trabajo es realizado en la Guarnicionería por el maestro guarnicionero y sus aprendices.
Una vez que llegamos a las cuadras, un complejo de forma octogonal compuesto por cinco cuadras de doce boxes cada una, se visitan nuestros emblemáticos caballos. Justo en el centro de las cuadras se encuentra el guadarnés, lugar hecho en madera donde se guardan todos los arneses que se utilizan tanto para las visitas diarias como para los espectáculos.
También en las cuadras se puede ver el poema que Rafael Alberti, poeta de la Generación del 27, nos dedicó con motivo de la concesión del título “Real Escuela”; el cuadro de honor de los ganaderos que han colaborado con esta Real Escuela y por último, las figuras realizadas en hierro forjado donde se representan algunos de los ejercicios que se realizan en el espectáculo.
Finalizada la visita, nuestros visitantes pueden acceder nuevamente al entrenamiento de los caballos, comprar en la tienda de recuerdos, visitar nuestro bar o simplemente disfrutar paseando por nuestras instalaciones exteriores: jardines, galopadero, picadero exterior …
Si usted compró la entrada conjunta de la Real Escuela y Museo del Enganche, situado justo detrás de la Real Escuela, podrá visitar el propio museo donde comprobaremos a través de una representativa colección de coches y de la última tecnología multimedia, el excepcional mundo del enganche y del arte ecuestre.